Latinos en Miami

Una de mis canciones favoritas es La Gozadera de Gente de Zona. El ritmo, la música y la energía que transmite hace que sea una de las canciones de mi lista de correr, de las que puedo poner varias veces en el coche y de las que me emociono al escuchar. En su letra, esta canción dice “Miami me lo confirmó… y se formó la gozadera…” continuando con la lista de muchos países latinoamericanos y su conjunción como una sola cultura. No tengo duda, los latinos, por muchas diferencias que podamos tener por país, compartimos muchas cosas que nos hacen distintivos ante el resto del mundo… y en Miami eso es de lo más palpable.

 

Miami es una ciudad muy representativa de la teoría del “melting pot” (refractario) con diferentes culturas  coincidentes en un mismo lugar. Esta teoría, también conocida como asimilación cultural, gira en torno a la analogía de que los ingredientes en el refractario (personas de diferentes culturas y religiones) se combinan para perder sus identidades discretas y crear un producto final de consistencia y sabor uniformes, que es bastante diferente de las entradas originales. Al final, todos se vuelven latinos. En Miami se conjunta excentricidad, dinero, diversión, sol, entretenimiento y lujo con cuerpos espectaculares, glamour, ruido, baile, tatuajes y calor (en todas sus expresiones), generando un ambiente único.

 

He tenido la oportunidad de estar ahí en varias ocasiones, siempre con gratos recuerdos de diversión y buenos momentos. Todos ellos con la constante de que, en un punto u otro, los latinos acabamos coincidiendo y haciendo la fiesta más grande. En un crucero siendo “la mesa latina” donde genialmente coincidimos México, Costa Rica, Ecuador y Perú; en otra ocasión en la playa donde terminamos bailando salsa en la arena; y siempre en Seaspice, donde puedes encontrarte desde el Canelo Álvarez hasta personas más comunes como yo.

 

Y de entre las cosas que me gustan de Miami, una de las que más me llaman es su propuesta gastronómica, reflejo de esa multiculturalidad que existe en el lugar. En las líneas de hoy les hablaré puntualmente de un par de restaurantes peruanos que definitivamente vale la pena visitar una vez estando ahí.

 

Manta Peruvian Cuisine. Ubicado en Midtown cerca de Wynwood (la zona de arte urbano más representativa de Miami -que tampoco hay que perderse), Manta ofrece a sus comensales un menú amplio con excelentes opciones que es difícil definirse por una. Sin embargo, en mi caso, el ceviche es algo que disfruto plenamente, así que opté por pedir la trilogía de estos y no tengo duda que hice la mejor elección. Ceviche clásico (con una frescura y sabor bastante buenos), ceviche carretillero (picosito, con pescado mahi mahi y pulpo, donde cada bocado era un gozo) y ceviche pimiento amarillo (jugoso y cálido) fueron las estrellas de mi tarde, ganadoras de estas líneas. Pero lo que cerró con bombos y platillos fue el postre, un espectacular pie de lúcuma que estaba tan bueno, que lo pedimos doble, desde la galleta crocante y sabrosa, hasta la cremosidad y fuerza del mousse. Imperdible.

 




Yuca 105. Con unas instalaciones bastante versátiles, decoración atrayente y cálido recibimiento, en Yuca puedes disfrutar de deliciosos platos peruanos, así como otros, fusión cocina asiática. De ese lugar, mi recomendación es el ceviche clásico de pescado, servido generosamente, acompañado de maíz y camote, con una rica leche de tigre. También los chips de guajiro (yuca con plátano frito) y las croquetas de la abuela, son cosas que hay que pedir ahí.  

 



Si eres fanático de la cerveza, en ambos lugares tienes la posibilidad de deleitarte con mi marca favorita, Cusqueña (una lástima que en EEUU casi no se consuman las cervezas “negras” pero la lager que manejan es bastante buena también).

 

Ya con anterioridad había escrito sobre el Seaspice en Miami, los invito a releer esa reseña. Sirvan estas líneas para complementar aquellas, esperando la vida me permita seguir visitando este lugar del que siempre salgo sonriente, con aventuras que gozar, comilonas que bajar y, en esta última ocasión, hasta kilómetros que contar (otro medio maratón).

 

¡Buen Provecho!

Amante del Buen Comer®

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