El Yoghurt

 Soy una fiel defensora de los lácteos. No solo por el delicioso sabor de todas sus presentaciones, sino también por sus bondades y beneficios para el cuerpo humano. Como muchos saben porque lo he compartido en este espacio, tuve una infancia feliz en el rancho de mi papá y pensar en el rancho necesariamente me lleva a recordar las vacas, cómo aprendí a amarlas, a cuidarlas, a ordeñarlas y a disfrutar de lo que pueden compartirnos.

 

Como la mayoría de los mexicanos, mi primer lácteo fue la leche. Con chocolate, cereal, en licuado o sola en un vaso, la leche ha sido mi fuente de calcio más importante y un componente básico en mi alacena. Después, y no de menor importancia, aparecieron los quesos, maravilla del mundo, manjar de Dios y definitivamente uno de mis alimentos favoritos. Suaves, fuertes, maduros, frescos; untado en pan, en medio de una quesadilla, con pasta, o simplemente a mordidas, el queso es una de las cosas que más disfruto en mi vida.

 

Muchos años después, el yoghurt hizo presencia en mi vida. Fue hasta mi edad adulta cuando en un intento por mejorar mi calidad vida a través de una mejor alimentación, encontré en el yoghurt un alimento rico, nutritivo, fácil de adquirir y digerir, y qué mejor, a un precio realmente bajo. Nutriólogos y médicos siempre me lo recomendaron. Y es que el yoghurt, además de tener las bondades de los lácteos (calcio, vitaminas A y D, proteínas, etc.), tiene la ventaja de contar con probióticos (microorganismos vivos) que conforman la microbiota intestinal –antes llamada flora intestinal- y brindan un sinfín de beneficios a nuestro sistema digestivo.

 

Presentaciones hay muchas, sabores más. Cualquiera que sea esta, el yoghurt ha entrado a mi vida para quedarse en ella, desde el que consumo por la mañana antes de hacer ejercicio, hasta el que tomo en la noche cuando el cansancio ya no me ayuda para levantarme a preparar una cena completa.

 Para mí, llevar una vida sana no solo aplica para el ámbito gastronómico sino también para mis decisiones personales y profesionales. En el ámbito profesional una decisión sana es aquella que, como dice la RAE, es de buena moral e intensión, sincera. Así fue como hace más de 4 años entré a Grupo Danone, compañía trasnacional comprometida con llevar salud a través de la alimentación al mayor número de personas posibles. Su misión me cautivó y su compatibilidad con mi pensamiento me atrapó.

 

A lo largo de estos años pude constatar que efectivamente la misión del Grupo se vive día a día en todas sus divisiones (Lácteos –Danone; Aguas –Bonafont; Fórmulas Infantiles –Aptamil, y; Alimentos a base de planta -Whitewave) y eso me motivó con mayor ahínco a luchar por la salud de los mexicanos a través de la trinchera que me tocaba defender. Representar a Grupo Danone ante instituciones y gobierno ha sido un honor que agradezco a la vida y a quienes me permitieron hacerlo. No tengo duda que esta es una de las experiencias más enriquecedoras, bonitas y felices que me ha regalado la vida y, lo mejor de todo, la gente maravillosa que sé que se queda conmigo más allá de la oficina.

 

Hoy mi carrera da un giro profesional hacia otros caminos, pero definitivamente puedo decir gustosa que en mi vida el yoghurt ha sido bueno para mi estómago… y para mi corazón. Hoy puedo decir que, en mi parte profesional, mi corazón es de yoghurt.


Amante del Buen Comer

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